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El síndrome de fibromialgia es una situación crónica y compleja que causa dolores generalizados, agotamiento profundo y una variedad de síntomas adicionales que genera normalmente dolor en todo el cuerpo. Principalmente afecta los tejidos blandos del cuerpo, sin producir hinchazón de las articulaciones.

No se han identificado los mecanismos por los que se produce y por ello no se encuentran alteraciones en los análisis o en los estudios de imagen que permitan establecer un diagnóstico.

Síntomas de la Fibromialgia:

Dolor constante en diferentes partes del cuerpo.
Agotamiento frecuente.
Trastorno del sueño. A pesar de dormir el tiempo adecuado, puede despertarse y sentirse aún cansado.
Anquilosamiento. Rigidez en todo el cuerpo.
Incremento de dolores de cabeza o de la cara.
Malestar abdominal, trastornos digestivos, dolor abdominal, estreñimiento y / o diarrea.
Parestesia. Entumecimiento u hormigueo en manos y pies.
Sensibilidad a la temperatura.

Problemas de la piel. Síntomas molestos como prurito, resequedad o manchas.
Síntomas del tórax: dolores del pecho o las partes superiores del cuerpo.
Desequilibrio: problemas de vértigo o de equilibrio.
Trastornos cognoscitivos. Dificultad para concentrarse, lentitud mental, pérdida de la memoria.
Sensaciones en las piernas. Impulso incontrolable de querer mover las piernas de forma frecuente.
Sensibilidad ambiental. Hipersensibilidad a la luz, ruidos y olores y cambios de tiempo.
Depresión y ansiedad.

Causas de la Fibromialgia:

Se han evidenciado casos de fibromialgia que se desarrollan con procesos puntuales, tales como: infección bacteriana o viral, un accidente de automóvil, problemas personales, cuadros de estrés. Otros casos aparecen después de una enfermedad que limite la calidad de vida del paciente como: artritis reumatoidea, lupus, etc
Aunque no se ha identificado una causa con certeza, es probable que una respuesta anormal a diferentes factores que producen estrés tenga incidencia en el desarrollo de esta enfermedad.

¿Cómo se diagnostica la Fibromialgia?

El diagnóstico de fibromialgia o síndrome fibromiálgico se realiza en aquellos pacientes con un cuadro de dolor osteomuscular generalizado, de varios meses de evolución en los que se han excluido otras posibles causas del mismo.

El dolor generalmente va asociado a otros síntomas como el cansancio, cefalea, sequedad de mucosas, etc.

En la exploración física, el médico identifica dolor a la presión en unos puntos determinados del cuerpo. Cuando los puntos dolorosos son más de 11 de los 18 señalados en una persona con dolor generalizado, se puede hacer el diagnóstico de fibromialgia.

Otra alteración es la mayor facilidad para el enrojecimiento de la piel al presionar con la mano en cualquier lugar del cuerpo.

Los análisis y las radiografías en esta enfermedad son normales y sirven fundamentalmente para descartar otras enfermedades que se puedan asociar a la fibromialgia

Tratamiento

No existe un tratamiento estándar para todos los pacientes y éste debe adecuarse a cada paciente según sus características. El fin del tratamiento es tratar de controlar los síntomas que acompañan a la enfermedad (dolor osteomuscular, cansancio…) procurando evitar los efectos secundarios de la medicación que a menudo padecen los pacientes con fibromialgia.

Es necesario evitar los factores que agravan los síntomas adecuando los hábitos de vida y costumbres a las limitaciones que pueda producir el dolor y el cansancio. Es conveniente procurar conseguir un cambio de mentalidad, tanto en el enfermo como en los que le rodean, buscando un ambiente familiar relajado y libre de exigencias constantes.

De todas las medidas que se han empleado en el tratamiento de la fibromialgia, el ejercicio físico y una adecuada fortaleza muscular son sin duda las más eficaces. Los masajes, los ejercicios de estiramiento muscular, el calor local y algunos tipos de electroterapia («corrientes»), pueden ser eficaces de forma secundaria.

Las inyecciones locales de los puntos dolorosos con anestésicos locales, sobre todo si luego se siguen de un masaje local, son de gran ayuda para los dolores localizados intensos.
En los casos refractarios al tratamiento farmacológico, las perfusiones de lidocaína (anestésico local) administradas de forma intravenosa pueden resultar eficaces.

Fuente:
Clínica Universidad de Navarra

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