Si en casa cuentas con uno o más preadolescentes, este artículo es de tu interés. Te invitamos a leer de forma detallada la información de valor recopilada en este espacio, la cual te servirá de guía en diferentes aspectos para acompañar los diferentes cambios de tu hijo (a) o familiar que se encuentre en esta etapa.
La preadolescencia es una etapa muy bonita y necesaria para preparar a un niño o niña que va a pasar a la adolescencia; por eso es importante no saltarla y por el contrario aprovecharla; además porque genera afectaciones a nivel emocional y a nivel psíquico.
Esta etapa comprende entre los 9 y 12 años de edad, en los que se viven diferentes cambios tanto físicos como emocionales. Es bastante normal que los niños a esta edad pasen de estar muy apegados a sus padres a comenzar a querer ser más independientes. Pero siguen necesitando mucha ayuda de sus padres.
Los niños experimentan grandes cambios físicos a esta edad. Las niñas pueden desarrollar los pechos y empezar con la menstruación. La voz de los niños puede cambiar. Ambos pueden crecer muy rápido. Pueden llegar a avergonzarse de su cuerpo.
El mayor cambio en los niños de esta edad es su manera de pensar. Los niños pequeños están más interesados en sí mismos. Los preadolescentes empiezan a preocuparse mucho por lo que los demás piensan de ellos. Esto significa que quieren ser aceptados por los demás niños y se sienten mal si los hacen a un lado. Se comparan con sus amigos. Incluso los niños seguros de sí mismos puede que se vuelvan inseguros e hipersensibles a esta edad.
También es la época en la que se empieza a producir el bullying o acoso escolar. Es posible que los niños no les cuenten a sus padres si experimentan bullying. El acoso puede provocar un bajo rendimiento escolar e incluso depresión.
Además, los preadolescentes se vuelven más conscientes de los roles y expectativas de género. Es la época en la que las niñas se empiezan a preocupar por si están gordas o delgadas o bonitas, y sienten la presión de ser atractivas. Y los niños reciben el mensaje de que mostrar emoción o debilidad no es masculino. Tratar de estar a la altura de estos roles puede ser difícil para la autoestima de todos los niños.
Los niños a esta edad pueden “probar” muchas personalidades diferentes para ver cuál les sienta mejor. Puede que cambien de forma repentina su forma de vestir, hablar o comportarse. Es una edad en la que los niños están intentando descubrirse a sí mismos, lo que puede ser difícil para su autoestima.
Especialmente las niñas están entrando a la pubertad a una edad más temprana de lo que solían hacerlo. No es de extrañar que comience a los 9, 10 u 11 años, y los niños tienden a ir un poco atrás de ellas. Algunos padres sienten que sus hijos pequeños se han transformado en seres nuevos prácticamente de la noche a la mañana.
Laura Kirmayer, PhD, psicóloga clínica, dice que ese tipo de cambios físicos pueden provocar incomodidad, torpeza y dolores físicos reales por un crecimiento repentino extremo. También pueden hacer que los niños se vuelvan realmente conscientes de sus cuerpos. Y, aun así, pese a lo importantes que pueden parecer los cambios externos, no son tan fundamentales como lo que está sucediendo en el interior.
El principal cambio según la Dra. Kirmayer es una transformación total en la forma de pensar de su preadolescente. A esta edad, los niños pasan de la perspectiva más literal y ensimismada de ver el mundo que han utilizado durante los primeros 8 años de sus vidas, a lo que la Dra. Kirmayer llama un “estado metacognitivo”. Es decir, que “empiezan a desarrollar la capacidad de ser conscientes de sus propios pensamientos, así como de los pensamientos de los demás”, explica.
Esto significa que, de repente, pueden pasar de estar completamente desinhibidos, a preocuparse por lo que otros niños piensan acerca de ellos, a querer encajar, a sentirse excluidos y compararse con sus compañeros. “Están comenzando a darse cuenta de que hay otras opiniones, valores y puntos de vista distintos a los suyos —dice la Dra. Kirmayer— y ese es un mundo completamente nuevo al que han estado expuestos hasta ahora, que tienen que aprender a manejar y tolerar”.
Dado que el sello distintivo a esta edad es que se adquiere una mayor conciencia de los demás, especialmente de los compañeros, el panorama social de la vida de su hijo cambia profundamente durante este período de maneras buenas y malas.
Los principales factores sociales que surgen durante la preadolescencia incluyen:
Independencia: Debido al cambio en la forma en que se ven a sí mismos y a los demás, los preadolescentes están cada vez más en sintonía con sus compañeros y menos identificados con sus familias y sus padres.
Jerarquía social y grupitos: “Los preadolescentes buscan más consejos y orientación de parte de su grupo de compañeros. “Al mismo tiempo, todos están pasando por grandes cambios físicos y cognitivos, y están sintiendo la incomodidad y la timidez que genera todo eso, y ahí es donde se puede caer en algunas de las dinámicas sociales que son realmente difíciles”. Esta es la edad en que el bullying se puede convertir realmente en un gran problema.
El código de género: El código de género es el aluvión de mensajes culturales que reciben niñas y niños todos los días, tanto de parte de los medios de comunicación, padres y maestros, como de los comerciales y las revistas de moda e Internet, que les dicen lo que “significa” ser una niña o un niño: cómo deberían lucir, actuar, pensar y sentirse. El código de género es claro y fuerte en este momento en el que sus cuerpos están cambiando.
Para las niñas, esta es la edad en que comienzan a surgir problemas de imagen corporal. Los estudios muestran que la autoestima en las niñas alcanza su punto máximo a los 9 años y en muchos casos disminuye drásticamente a los 12 años. Las niñas son objetivizadas y sexualizadas a una edad cada vez más temprana. El problema y sus consecuencias se han generalizado tanto en la última década que, en 2007, la American Psychological Association formó un grupo de trabajo sobre la sexualización de las niñas. “Si creces como una niña que es objetivizada tempranamente —dice Douglas Bunnell, PhD, psicólogo clínico— “eso comienza a crear una visión errónea de ti mismo. No se trata solo de que las personas sean susceptibles representación a la cultura, sino que en realidad se convierte en una parte central de la manera en que te ves”.
A los niños no les va mucho mejor cuando se trata de las señales culturales que reciben.
Una de las cosas realmente difíciles para los niños a esta edad —es que los mensajes de la cultura dominante sobre su capacidad de amar, de tener amistades reales, de tener relaciones son muy perjudiciales para ellos. Estos mensajes les dicen que cualquier cosa que tenga que ver con sentimientos reales (amor, tristeza, vulnerabilidad) es femenino, y por lo tanto malo.
Fuente:
Child Mind Institute
Ivonne Laborda – Escritora y terapeuta humanista