La epilepsia es una enfermedad crónica no transmisible que afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por convulsiones frecuentes. Las convulsiones son episodios de actividad descontrolada y anormal de las neuronas que producen movimientos involuntarios parciales o totales de todo el cuerpo; en ocasiones se acompaña de pérdida de conciencia y de la función intestinal o vesicular.
Las convulsiones se producen por descargas eléctricas excesivas en un grupo de células cerebrales. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día. Aproximadamente el 70% de los casos se controla bien con la medicación de fármacos.
Una convulsión no significa epilepsia (hasta el 10% de las personas de todo el mundo tiene una convulsión a lo largo de la vida). La epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas.
Las crisis epilépticas por lo general empiezan entre los 5 y 20 años. También hay una mayor probabilidad de convulsiones en adultos mayores de 60. Pero las convulsiones epilépticas pueden suceder a cualquier edad.
Las características de las convulsiones varían dependiendo de en qué parte del cerebro comienza la alteración y cómo se propaga. Se pueden presentar síntomas temporales como: pérdida del conocimiento o la conciencia, alteraciones del movimiento, de los sentidos (en particular visión, audición y gusto), cambio en el estado de ánimo u alteraciones en otras funciones cognitivas.
Las personas con epilepsia suelen tener más problemas físicos (como fracturas y hematomas a causa de traumatismos relacionados con las convulsiones) y tasas más altas de trastornos psicosociales, entre ellos ansiedad y depresión. Asimismo, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general, registrándose las tasas más altas en los países de ingresos bajos y medianos y en las zonas rurales.
La epilepsia no es contagiosa y su causa aún se desconoce en aproximadamente el 50% de los casos de todo el mundo. Sin embargo, se han definido tres grandes grupos de clasificación:
El tratamiento farmacológico de la epilepsia puede durar varios años y puede requerir ajustes hasta alcanzar el máximo beneficio terapéutico con los mínimos efectos adversos. Por este motivo, debe ser supervisado por un especialista en epilepsia.
Fuente:
OMS – Organización Mundial de la Salud
Clínica Universidad de Navarra