Recordemos que la epilepsia es una enfermedad crónica no transmisible que está afectando a más de 50 millones de personas en todo el mundo. A continuación, detallaremos la forma en la qué puede ser diagnosticada esta enfermedad.
El diagnóstico de epilepsia es fundamentalmente clínico, es decir, se basa en las descripciones de los eventos que hacen la familia y el paciente. Es muy importante, sobre todo cuando hay crisis con pérdida de conocimiento, que el paciente acuda a la consulta acompañado por testigos presenciales que den información precisa de lo ocurrido.
Las pruebas diagnósticas complementan a una buena historia clínica y pueden apoyar el diagnóstico. Algunas de ellas son:
• Electroencefalograma: Es la prueba que se utiliza con mayor frecuencia para identificar la Epilepsia. Para realizar esta prueba se colocan electrodos en diferentes partes del cuero cabelludo para registrar la actividad cerebral. Hay diferentes tipos de prueba: de rutina, en privación de sueño, durante toda la noche. Esta prueba es más recomendable realizarla en las primeras horas posterior a las crisis o mientras el paciente duerme porque se aumentan las descargas epilépticas.
• Video EEG: Es un registro simultáneo de video que se utiliza para intentar registrar las crisis del paciente. El análisis simultáneo de la imagen de video y de la actividad eléctrica cerebral permite precisar el diagnóstico de epilepsia.
• Resonancia Magnética cerebral: Es la prueba para detectar si existen lesiones cerebrales que puedan originar las crisis del paciente. Esta prueba debe de ser interpretada por radiólogo con experiencia.
• Tomografía por emisión de fotón único: En este procedimiento se coloca una inyección de un isótopo durante una crisis. El isótopo se fija a las neuronas que se están descargando y permite tener una imagen de la zona de inicio y propagación de la crisis.
• Tomografía por emisión de positrones: Es una prueba en la que se utiliza una pequeña cantidad de material radioactivo en dosis bajas que se inyecta en una vena y que ayuda a identificar zonas de bajo consumo de glucosa, que se relacionan con las zonas de inicio de crisis.
• Estudio Neuropsicológico: Revela funciones cognitivas que pueden deteriorarse en ciertos tipos de epilepsia.
Fuente:
OMS – Organización Mundial de la Salud
Clínica de Barcelona